jueves, 19 de febrero de 2015

Ulises ya no vive aquí (Crónica de un rodaje). Cuarta parada, de regreso a Lima




Cuando regresamos a Lima desde Trujillo, la ciudad de la eterna primavera como la llaman los peruanos, descubrimos unos de esas paradojas que las guías de viajes podrían calificar propias de un "país de contrastes", aunque quizá refiriéndose a otras cosas.

El caso es que para volver cogimos de nuevo un autobús y sí, en esta ocasión era como nos habían dicho. La compañía era La Cruz del Sur y el terrapuerto (así se llaman allí las estaciones de autobuses) era nuevo a estrenar. Nos recibió en la puerta una terramoza (lo habéis adivinado: azafata de tierra) que nos acompañó en todo momento hasta dejarnos instalados en una cómoda sala VIP. Por supuesto, el equipaje nos lo recepcionó un terramozo (esto es de mi cosecha), así que no tuvimos más que acomodarnos tranquilamente en un magnífico asiento, que se reclinaba 180 grados hasta convertirse en una estupenda cama. Durante el viaje otra terramoza servía aperitivos y comida mientras veíamos películas en el monitor individual. Una auténtica First class sobre ruedas.

No creáis que estoy haciendo publicidad ni que la susodicha compañía es un patrocinador del documental; el "contraste" viene ahora. Llegados  a Lima el bus paró en una estación pequeña, cochambrosa y abarrotada de gente. Repentinamente los terramozos y terramozas desaparecieron como por encanto y tuvimos que pelearnos a brazo partido (literalmente) para poder reconquistar nuestro equipaje en una especie de zafarrancho similar al reparto de víveres de las Naciones Unidas. La siguiente batalla consistió en salir de aquel lugar sin perder el equipaje, ni los nervios, entre la marabunta de gente que intentaba moverse en todas direcciones… ¡País de contrastes!

Por suerte el sol que debió de recibir a Pizarro estaba allí para saludarnos a nuestra llegada y Lima se veía radiante y jubilosa. El coche de producción, puntual, nos llevó a nuestro nuevo alojamiento, esta vez en el barrio de Barranco, donde tuvimos la segunda revelación limeña.

Barranco es un barrio de los que las guías suelen decir "con encanto". Recoleto, colonial, muy bien conservado; el sitio donde prefiere vivir la gente con profesiones liberales, y también los artistas. Queríamos alojarnos allí por recomendación expresa de Verónica y porque así estaríamos mejor situados para los rodajes que pretendíamos hacer.

Habíamos organizado una grabación en la Librería La Libre de Barranco, regentada por dos españoles, Ana Bustinduy y Carlos Lorenzo, emigrante ella, expatriado él. Ambos pertenecen al colectivo Marea Granate, un inmenso grupo de emigrantes españoles repartidos por todo el mundo y reunidos gracias a las redes sociales. Marea Granate de Perú, al que también pertenece Verónica, es un grupo muy activo que reivindica con acciones virtuales y manifestaciones físicas contra las leyes que promueve el gobierno español, de las que ellos discrepan abiertamente. Heredera directa del 15M, se organiza alrededor de la premisa, expresada ya por la propia Verónica en el documental, de que "ellos no se han ido de España, a ellos les ha echado el Gobierno".

Por desgracia, la grabación que hicimos en su librería no forma parte del montaje final del documental, ya que no teníamos ni metraje ni espacio argumental para introducirlo. Tendremos que esperar a una versión extendida para que podáis participar de sus comentarios.

Tampoco ha entrado la conversación con tres jóvenes peruanos retornados que nos contaron sus experiencias en España y las compararon con las de Ana y Carlos, como emigrantes en Perú.

Además, tuvimos también la suerte de  coincidir con algo radicalmente distinto, la popular fiesta del Señor de los Milagros de Nazarenas, donde miles de personas se visten de morado, con hábito incluido ellas y ellos, y recorren en procesión la ciudad, durante horas, escoltados por otros miles de espectadores que abarrotan las calles y las plazas, hasta llegar a la Plaza de Armas, donde les recibe el mismísimo presidente de la nación y las fuerzas vivas de la ciudad. Ajenos a cualquier espiritualidad, fue para nosotros una auténtica inmersión sociocultural que, por supuesto, grabamos para la posteridad.

Unas jornadas intensas e interesantes de rodaje en la ciudad de Lima que, sin embargo, tampoco han entrado en esta versión del documental. La Comunidad de Madrid, una de las entidades que financian el proyecto, pedía una duración máxima de 30 minutos, de manera que nuestra experiencia limeña no ha tenido espacio suficiente para ser mostrada, con mucho dolor de mi corazón, por cierto, ya que encontramos una ciudad luminosa y viva, llena de lugares increíbles.

Antes de abandonar Lima, tuvimos una última sorpresa; razón para que dejásemos allí una buena parte de nuestro ya maltrecho corazón viajero. Mi amigo Brian y su mujer Wendy nos llevaron a descubrir la alta gastronomía peruana... donde brilla con luz propia la cocina nikkei, un híbrido de cocina japonesa elaborada con productos y/o recetas peruanas. En dos palabras ¡im-presionante!

            No pudo haber mejor final de rodaje.  Así que dejamos Lima y Perú con un sabor de boca (textual y metafóricamente) insuperable. El pequeño grupo de rodaje, compuesto por Félix Gómez-Urda, como guionista y productor ejecutivo, Fernando Fernández, director de fotografía y sonido, y servidor de ustedes, Juan Carlos García-Sampedro, como guionista, director y productor, y sus 16 bultos de equipaje (cámaras, luces, sonido y equipajes de mano) tomamos desolados el avión que nos habría de conducir de nuevo a otra realidad... para continuar el rodaje en lugares distintos.

sábado, 7 de febrero de 2015

Ulises ya no vive aquí (Crónica de un rodaje). Tercera parada, Trujillo


Para el viaje entre Huarmey y Trujillo, otras seis horas de camino por la Carretera Panamericana, volvimos a coger un autobús de Erick el Rojo, confirmando su probada fama de bucanero terrestre. Mientras negociábamos el precio de los billetes, ya que estos están sujetos al estado de ánimo del capitán del bus, un muchacho con garfios en ambas manos lanzó nuestro equipaje al interior del vehículo como quién carga las balas del cañón de popa. Acabado este trabajo y visto que nuestro equipo era más voluminoso de lo esperado, el precio del pasaje subió unos cuantos soles por encima de lo previamente estipulado. ¡Riesgos del contrabando terrestre!
Trujillo, la segunda ciudad de Perú y la que más ha crecido en la última década, resultó ser una espléndida ciudad colonial, magníficamente conservada, confirmando con creces su fama de ciudad turística. Nos alojamos de nuevo en el Hotel Bolívar, quizá por añorar el que conocimos en Lima, y este, aunque era un caserón en pleno centro historio, no resultó tan magnífico y decadente como aquel pero sí igualmente confortable.
En esta ciudad veníamos a visitar a Verónica García, una vieja amiga. Psicóloga social y antropóloga, se encontró de repente sin trabajo y emprendió las Américas, como tantos otros españoles a través de los siglos y en los últimos cuatro años. La gestión de la crisis es lo que tiene, que lanza fuera a los jóvenes talentos y deja dentro a los grandes defraudadores.
Vero trabaja en una ONG inglesa que se encarga de apoyar en los estudios a niños de un barrio degradado de la periferia. Un trabajo estimulante, como estimulante es también el engranaje en la ciudad y en algunos colectivos que ha conseguido, lo que no impide sin embargo el sabor agridulce de sentirse una emigrante forzosa. Cómo ella dice siempre "no se fue de España, la echaron".
A través de ella conocimos de cerca una organización internacional de emigrantes españoles "forzosos", Marea Granate, un colectivo muy activo y reivindicativo que, organizados gracias a Internet, tienen presencia en medio mundo, literalmente. Herederos del 15M, participan desde la lejanía en todas las protestas, escraches y demandas contra el Gobierno español que se organizan, tanto como promotores, como colaboradores.
Trujillo, además de una bella ciudad colonial, con su casco histórico y su famosa plaza de armas, es un destino arqueológico de primer orden (todo Perú es pura arqueología). Muy cerca de la ciudad se encuentra la ciudad preincaica de Chanchan o las Huacas del Sol y de la Luna. Nosotros visitamos estas últimas, excavaciones muy recientes (comenzaron en los años 90 del pasado siglo) de lo que fue la primitiva capital de la Cultura Mochica; una excavación arqueológica interrumpida por falta de inversión y que consta de una impresionante sucesión de monumentos, algunos cerrados, y de un estupendo museo. Una visita ineludible si uno quiere entender un poco las culturas que, una sobre otra, constituyeron la base del pueblo peruano hasta que llegó la colonización a "civilizarlos".
Divididos entre las visitas arqueológicas y las turísticas por el casco viejo, o por sus playas del Balneario de Huanchaco, seguimos además a Vero por otros lugares interesantes de la ciudad, que oscilan desde el underground Salón Dadá hasta la Casa de la Emancipación, el centro cultural que el BBVA gestiona en un increíble palacio colonial, con escala en la exposición Trujillo Ciudad Fantasía, un planteamiento multidisciplinar y combativo que da idea del grado de dinamismo que está alcanzando la ciudad.
Si quisiéramos calificar de alguna manera esta ciudad, muy diferente a la caótica y deslumbrante Lima, o a la entrañable y tranquila Huarmey, sería de peculiar y bulliciosa. Peculiar porque conserva la esencia de una ciudad que fue colonia junto con la identidad milenaria del Perú, y bulliciosa porque saliendo del casco antiguo uno se encuentra con ese tráfico densamente característico y esa costumbre ruidosa de tocar nerviosamente el claxon sin tener necesidad.  Una vez, más dejamos la ciudad con un hasta luego y la promesa de un estreno local no tardando mucho…